Ecuador, o el arte de tropezar con la misma piedra
Published:
En apenas 24 horas, el riesgo país de Ecuador dio un salto olímpico: 259 puntos, pasando de 903 a 1162. Este indicador, que refleja la prima de riesgo que los inversionistas demandan para prestarle al Estado, no es una cifra abstracta: es un diagnóstico de la desconfianza hacia el manejo fiscal, el pago de la deuda y el futuro de la inversión privada. Mientras la segunda vuelta electoral acapara titulares, la verdadera señal de alarma proviene de la Asamblea Nacional, donde una mayoría de izquierda radical parece decidida a convertir la economía en un laboratorio de experimentos marxistas. ¿Qué podría salir mal?
Roja Asamblea Nacional
Las elecciones de 2025 dejaron al Legislativo dividido en dos bloques principales: ADN, con 66 escaños, y Revolución Ciudadana, con 67. Sin embargo, es Pachakutik, con sus 9 escaños, el actor que emerge como decisivo, ya que su apoyo será clave para alcanzar la mayoría absoluta de 76 votos necesaria para aprobar proyectos de ley.
Lo más probable es que se concrete una alianza entre Revolución Ciudadana y Pachakutik, dado que comparten una agenda ideológica común: expandir el control estatal sobre la economía hasta sus últimas consecuencias. Con esto, Ecuador parece haber optado por revivir la ilusión de que la planificación centralizada puede reemplazar al mercado —y ubicarse en las antípodas de agendas como las de Argentina o El Salvador. Una idea que, como advirtió F. A. Hayek, conduce al “camino de servidumbre”.
Las propuestas de Pachakutik: Un manual para desmantelar la prosperidad (con buena intención, claro)
El plan económico de Pachakutik, detallado en el Plan de Trabajo 2025-2029 de su candidato Leonidas Iza, promete “poner fin a las políticas neoliberales que están asfixiando a nuestro pueblo y adoptar un modelo que priorice la justicia social”, con el objetivo de construir un país que “amplíe el poder popular y plurinacional”. En esencia, su propuesta se reduce a una fórmula ya conocida: Pachakutik persigue un “programa de reactivación económica que mediante la obra y la política pública active la economía”. Entre sus medidas destacan:
Más burocracia:
Para resolver la crisis eléctrica en el corto plazo, su solución es… crear un ministerio y una agencia: el “Ministerio de Electricidad y Energías Renovables y su Agencia de Regulación y Control de Energía”. Sin mencionar el verdadero problema: la falta de inversión privada.Más dinero para las empresas públicas:
Propone fortalecer monopolios estatales en energía, petróleo y telecomunicaciones, atribuyendo su deterioro a “las decisiones de ajuste fiscal de los últimos gobiernos y las intenciones privatizadoras”. La historia latinoamericana, sin embargo, contiene numerosas lecciones: Petroecuador y Coca Codo Sinclair, con sus cientos de escándalos de corrupción, son el monumento ecuatoriano a la ineficiencia burocrática.“Democratizar el crédito”:
Plantea “redireccionar el ahorro nacional” y “democratizar el crédito”. Una idea que Murray Rothbard identificaría como el espejismo del dinero político: créditos con criterios ideológicos que probablmente no harán sino aumentar la morosidad. Ejemplo: los microcréditos en bancos y cooperativas ya muestran una morosidad del 9.8% en 2024, frente al 5.3% de 2019. El plan de Pachakutik, curiosamente, omite esta palabra por completo.
No sorprende que Leonidas Iza, líder máximo de Pachakutik, impulse un programa anclado en manuales y lenguaje de los años 50s. Después de todo, es coautor del libro Estallido. La rebelión de Octubre en Ecuador, que concluye con la proclama: “La luz al final del túnel proviene de la afirmación creída, buscada e impostergable: comunismo indoamericano o barbarie”. Ese libro, cargado de consignas como “en el capitalismo no existe diálogo con el gobierno sin que esté acompañado de la movilización popular”, revela que la planificación central no es solo política económica, sino una cruzada ideológica y hasta existencial.
El riesgo país: Los mercados emiten su veredicto
El salto de 259 puntos no es casualidad: es el mercado reaccionando ante al menos tres amenazas:
- Deuda impagable: Propuestas de Pachakutik como “intercambiar deuda externa por naturaleza” son tan viables como convertir plomo en oro.
- Espantapájaros de inversión: La inversión extranjera directa como porcentaje del PIB ha mostrado una clara tendencia a la baja, cayendo del 1.7% en 2008 a un mínimo del 0.3% en 2023—cifra que contrasta marcadamente con el 6.5% de Chile o el 4.7% de Colombia en el mismo año. Este declive refleja un entorno poco propicio para atraer capitales externos. ¿Nos sorprende?
- Control de precios: Pachakutik propone implementar el control estatal de precios en diversos sectores—una medida que, como ha enseñado F. A. Hayek, no hará sino destruir el sistema de precios: mecanismo clave que transmite información dispersa (entre millones de individuos) sobre escasez, demanda y costos reales. Pachakutik parece no entender que, al fijar precios artificialmente, aún con la mejor de las intenciones, el Estado genera distorsiones que imposibilitan la coordinación espontánea del mercado, lo cual genera desabastecimiento (por desincentivos a producir) y, al fracasar, suele paradójicamente justificar más intervenciones.
Cuatro años más de miseria
Ecuador repite su eterna encrucijada: confundir los decretos estatales con prosperidad. La nueva Asamblea Nacional, imbuida de una fe casi dogmática en la planificación central, promete que “esta vez” el intervencionismo funcionará. Mientras, el riesgo país escala —termómetro de una economía en fiebre—, anticipando el costo de ignorar que la riqueza no se diseña en oficinas, sino que emerge de la libertad para innovar, ahorrar y asumir riesgos.
La paradoja es amarga: quizá solo cuando el país toque el fondo de la miseria autoinfligida se comprenda, finalmente, que la fórmula borgiana “mínimo de Estado, máximo de individuo” no es un eslogan, sino la vía para la prosperidad. En ese sentido, los resultados de estas elecciones quizá no sean un desastre, sino el experimento definitivo: la oportunidad para que Ecuador vea en carne propia por qué el “camino de servidumbre”, como advirtió Hayek, conduce no a la justicia social, sino al fracaso material y moral.